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COMO PROTEGER TU CASA CON JESUCRISTO

lunes, 2 de marzo de 2009

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS

Sabias reflexiones que nos heredó, Nuestro Señor Jesucristo, que todo ser humano que se llama Cristiano esta obligado a leer para difundirla y lo más importante practicarla.
Cabe recordar algunas de sus palabras, esto y mucho más encontrarán en sus sermones, como su misma letra dice son palabras de reflexión, de meditación de cambio y sobre todo palabras de Amor.
Jesús nos dijo:
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
Recopilado por:
alimentoparalamente@gmail.com

EL SERMÓN DEL MONTE

EL SERMÓN DEL MONTE
5
1 Viendo la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos,
2 y él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Las bienaventuranzas
(Lc 6.20–23)
3 «Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran,
porque recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos,
porque recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos,
porque alcanzarán misericordia.
8Bienaventurados los de limpio corazón,
porque verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores,
porque serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12»Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.

La sal de la tierra
13 »Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

La luz del mundo
14» Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.,
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús y la Ley
17 »No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir,
18 porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.
20»Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Sobre la ira
(Lc 12.57–59)
21»Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás”, y cualquiera que mate será culpable de juicio.
22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga “Necio” a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga “Fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego.,
23»Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.
25 Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel.
26 De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.,

Sobre el adulterio
27»Oísteis que fue dicho: “No cometerás adulterio”.
28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
29 »Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

Sobre el divorcio
(Mt 19.9; Mc 10.11–12; Lc 16.18)
31 »También fue dicho: “Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio”.
32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

Sobre los juramentos
33 »Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: “No jurarás en falso, sino cumplirás al Señor tus juramentos”.
34 Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.,
36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.
37 Pero sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no”, porque lo que es más de esto, de mal procede.,

Sobre la venganza
(Lc 6.29–30)
38» Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”.
39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;
40 al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;
41 a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.

Sobre el amor a los enemigos
(Lc 6.27–28, 32–36)
43 »Oísteis que fue dicho: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos.
46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Sobre la limosna
6
1»Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
3 Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.

Sobre la oración
(Lc 11.2–4)
5» Cuando ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
6 Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
7»Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis.
9 Vosotros, pues, oraréis así:
»“Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
10 Venga tu Reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 No nos metas en tentación,
sino líbranos del mal,
porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria,
por todos los siglos. Amén”.
14 »Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Sobre el ayuno
16»Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,
18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.

Tesoros en el cielo
(Lc 12.32–34)
19»No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan;
20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan,
21 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

La lámpara del cuerpo
(Lc 11.33–36)
22 »La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?

Dios y las riquezas
(Lc 16.13)
24» Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Confianza en Dios
(Lc 12.22–31)
25» Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
29 pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
30 Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?
31 No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”,
32 porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas.
33 Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 »Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal.

El juzgar a los demás
(Lc 6.37–38, 41–42)
7
1»No juzguéis, para que no seáis juzgados,
2 porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá.
3 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
4 ¿O cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes la viga en el tuyo?
5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6»No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen.

La oración, y la regla de oro
(Lc 11.9–13; 6.31)
7 »Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá,
8 porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
12 Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas.

La puerta angosta
(Lc 13.24)
13 »Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
14 pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Por sus frutos los conoceréis
(Lc 6.43–44)
15 »Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
20 Así que por sus frutos los conoceréis.

Nunca os conocí
(Lc 13.25–27)
21»No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”.
23 Entonces les declararé: “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”.

Los dos cimientos
(Lc 6.46–49)
24 »A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.
25 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca.
26 Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena.
27 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina».
28 Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente estaba admirada de su doctrina,
29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
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2. INSTRUCCIÓN A LOS APÓSTOLES

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
2. INSTRUCCIÓN A LOS APÓSTOLES
(Mateo 10.1–15)
Elección de los doce apóstoles
(Mateo 10: 1-15; Marcos 3.13–19; Lucas 6.12–16)
10
1 Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros, para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;
3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
4 Simón, el cananita, y Judas Iscariote, el que también lo entregó.
Misión de los doce
(Marcos 6:7–13; Lucas 9:1–6)
5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo:
«Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,
6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7 Y yendo, predicad, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”.
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
9 No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos;
10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento.
11 Pero en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos de quién en ella es digno y quedaos allí hasta que salgáis.
12 Al entrar en la casa, saludad.
13 Y si la casa es digna, vuestra paz vendrá sobre ella; pero si no es digna, vuestra paz se volverá a vosotros.
14 Si alguien no os recibe ni oye vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.
15 De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra que para aquella ciudad.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
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3. SERMÓN EN PARÁBOLAS

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
3. SERMÓN EN PARÁBOLAS
(Mateo 13:1-52)
Parábola del sembrador
(Marcos 4.1–9; Lucas 8.4–8)
13
1 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
2 Se le acercó mucha gente, así que él, entrando en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.
3 Les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:
«El sembrador salió a sembrar.
4 Mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y la comieron.
5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
6 pero cuando salió el sol, se quemó y, como no tenía raíz, se secó.
7 Parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron.
8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno.
9 El que tiene oídos para oir, oiga».

Propósito de las parábolas
(Marcos 4.10–12; Lucas 8.9–10)
10 Entonces, acercándose los discípulos, le preguntaron:
—¿Por qué les hablas por parábolas?
11 Él, respondiendo, les dijo:
—Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado,
12 pues a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
»“De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis,
15 porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan, ni se conviertan y yo los sane”.
16 »Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
17 De cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Jesús explica la parábola del sembrador
(Marcos 4.13–20; Lucas 8.11–15)
18 »Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
19 Cuando alguno oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
20 El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo,
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
23 Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.
Parábola del trigo y la cizaña
24 Les refirió otra parábola, diciendo: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Cuando brotó la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
27 Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”.
28 Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?”.
29 Él les dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el trigo.
30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”».

Parábola de la semilla de mostaza
(Marcos 4.30–32; Lucas 13.18–19)
31 Otra parábola les refirió, diciendo: «El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
32 Esta es a la verdad la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas».

Parábola de la levadura
(Lucas 13.20–21)
33 Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado».

Uso que Jesús hace de las parábolas
(Marcos 4:33–34)
34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba,
35 para que se cumpliera lo que dijo el profeta:
«Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo».
Jesús explica la parábola de la cizaña
36 Entonces, después de despedir a la gente, entró Jesús en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le dijeron:
—Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
37 Respondiendo él, les dijo:
—El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre.
38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino, y la cizaña son los hijos del malo.
39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40 De manera que, así como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así será en el fin de este mundo.
41 Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y recogerán de su Reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen maldad,
42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.

Parábola del tesoro escondido

44 »Además el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
La perla preciosa
45 »También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca buenas perlas,
46 y al hallar una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Parábola de la red
47 »Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces.
48 Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo.
49 Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos,
50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Tesoros nuevos y viejos
51 Jesús les preguntó:
—¿Habéis entendido todas estas cosas?
Ellos respondieron:
—Sí, Señor.
52 Él les dijo:
—Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
Un abrazo
Tu Amigo: Carlos F.

Escríbenos.
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msn: alimentoparalamente@hotmail.com
Skype: alimentoparalamente

4. SERMÓN EN PARÁBOLAS

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
4. SERMÓN EN PARÁBOLAS
(Marcos 4:1-24)
Parábola del sembrador
(Mateo 13.1–23; Lucas 8.4–15)
4
1 Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar. Y se reunió alrededor de él tanta gente, que subió a una barca que estaba en el mar, y se sentó; mientras, la gente se quedaba en la orilla.
2 Entonces les enseñaba por medio de parábolas muchas cosas. Les decía en su enseñanza:
3 —Oíd: El sembrador salió a sembrar;
4 y, al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y se la comieron.
5 Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque la tierra no era profunda;
6 pero cuando salió el sol se quemó, y como no tenía raíz, se secó.
7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó, creció y produjo a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
9 Entonces añadió:
—El que tiene oídos para oír, oiga.

Propósito de las parábolas
(Mateo 13.10–17; Lucas 8.9–10)
10 Cuando quedó solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.
11 Y les dijo:
—A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; pero a los que están fuera, por parábolas todas las cosas,
12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados los pecados.

Jesús explica la parábola del sembrador
(Mateo 13.18–23; Lucas 8.11–15)
13 Y les dijo:
—¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador es el que siembra la palabra.
15 Los de junto al camino son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen viene Satanás y quita la palabra que se sembró en sus corazones.
16 De igual modo, los que fueron sembrados en pedregales son los que, al oír la palabra, al momento la reciben con gozo;
17 pero no tienen raíz en sí y no se mantienen firmes; por eso, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, tropiezan.
18 Los que fueron sembrados entre espinos son los que oyen la palabra,
19 pero los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y la hacen infructuosa.
20 Y los que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y dan fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.

Nada oculto que no haya de ser manifestado
(Lucas 8.16–18)
21 También les dijo:
—¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo de una vasija o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
22 Pues bien, nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de salir a luz.
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
24 Les dijo también:
—Prestad atención a lo que oís, porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís,
25 porque al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
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5. LA VIDA DE LA COMUNIDAD

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
5. LA VIDA DE LA COMUNIDAD
(Mateo 18:1-35)
¿Quién es el mayor?
(Marcos 9.33–37; Lucas 9.46–48)
18
1 En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
2 Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos
3 y dijo:
—De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4 Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos.
5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.

Ocasiones de caer
(Marcos 9.42–48; Lucas 17.1–2)
6 »A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le Colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del mar.
7 ¡Ay del mundo por los tropiezos! Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser arrojado en el fuego eterno.
9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

Parábola de la oveja perdida.
(Lucas 15.3–7)
10 »Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos,
11 porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
12 »¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se ha descarriado?
13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
14 De igual modo, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños.
Cómo se debe perdonar
15 »Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano.
16 Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
17 Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia, tenlo por gentil y publicano.
18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo.
19 Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos,
20 porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21Entonces se le acercó Pedro y le dijo:
—Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Jesús le dijo:
—No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Parábola del siervo que no quiso perdonar
23 »Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Cuando comenzó a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: “Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo”.
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda.
28 »Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: “Págame lo que me debes”.
29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo”.
30 Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32 Entonces, llamándolo su señor, le dijo: “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”.
34 Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.
35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Mateo 18.1–35

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6. SOBRE LOS FARISEOS Y MAESTROS DE LA LEY

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS

6. SOBRE LOS FARISEOS Y MAESTROS DE LA LEY
(Mateo 23:1-39)

Jesús acusa a escribas y fariseos
(Marcos 12.38–40; Lucas 11.37–54; 20.45–47)
23
1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
2 «En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.
3Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen.
4Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
5Antes bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres, pues ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus mantos;
6aman los primeros asientos en las cenas, las primeras sillas en las sinagogas,
7las salutaciones en las plazas y que los hombres los llamen: “Rabí, Rabí”.
8»Pero vosotros no pretendáis que os llamen “Rabí”, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
9Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.
10Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
11El que es el mayor de vosotros sea vuestro siervo,
12porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
13»Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
14»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
15»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
16»¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: “Si alguien jura por el Templo, no es nada; pero si alguien jura por el oro del Templo, es deudor”.
17¡Insensatos y ciegos!, porque ¿cuál es mayor, el oro o el Templo que santifica al oro?
18También decís: “Si alguien jura por el altar, no es nada; pero si alguien jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor”.
19¡Necios y ciegos!, porque ¿cuál es mayor, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda?
20El que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él;
21y el que jura por el Templo, jura por él y por el que lo habita;
22y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
23»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque diezmáis la menta, el anís y el comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
24¡Guías ciegos, que Coláis el mosquito y tragáis el camello!
25»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
26¡Fariseo ciego!, limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera quede limpio.
27»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
28Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
29»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,
30y decís: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de los profetas”.
31Con esto dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
32¡Vosotros, pues, Colmad la medida de vuestros padres!
33¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno?
34Por tanto, yo os envío profetas, sabios y escribas; de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad.
35Así recaerá sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el Templo y el altar.
36De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
Lamento de Jesús sobre Jerusalén
(Lucas 13.34–35)
37»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!
38Vuestra casa os es dejada desierta,
39pues os digo que desde ahora no volveréis a verme hasta que digáis: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”».

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7. SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
7. SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS
(Mateo 24.1–28)
Jesús predice la destrucción del Templo
(Marcos 13.1–2; Lucas 21.5–6)
24
1 Jesús salió del Templo y, cuando ya se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del Templo.
2 Respondiendo él, les dijo:
—¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales antes del fin
(Marcos 13.3–23; Lucas 21.7–24)
3 Estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo:
—Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?
4 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Mirad que nadie os engañe,
5 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y a muchos engañarán.
6 Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca, pero aún no es el fin.
7 Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares.
8 Pero todo esto es solo principio de dolores.
9 »Entonces os entregarán a tribulación, os matarán y seréis odiados por todos por causa de mi nombre.
10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se odiarán.
11 Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos;
12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
13 Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo.
14 Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
15 »Por tanto, cuando veáis en el Lugar santo la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel—el que lee, entienda—,
16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.
17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;
18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.
19 Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que críen en aquellos días!
20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado,
21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.
22 Y si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
23 »Entonces, si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo”, o “Mirad, allí está”, no lo creáis, 24porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos.
25 Ya os lo he dicho antes.
26 Así que, si os dicen: “Mirad, está en el desierto”, no salgáis; o “Mirad, está en los aposentos”, no lo creáis,
27 porque igual que el relámpago sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.
28 Dondequiera que esté el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

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8. SERMÓN EN EL LLANO

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
8. SERMÓN EN EL LLANO
(Lucas 6.17–49.)

Jesús ministra a una multitud
(Mateo 4.23–25)
17 Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades;
18 también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados.
19 Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos.

Bienaventuranzas y ayes
(Mateo 5.1–12)
20 Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:
«Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre.
23 »Gozaos en aquel día y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas.
24 »Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
25 »¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
»¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis.
26 »¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas.

El amor a los enemigos y la regla de oro
(Mateo 5.38–48; 7.12)
27 »Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian;
28 bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian.
29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
32 »Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman.
33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto.
35 Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y malos.
36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

El juzgar a los demás
(Mateo 7.1–5)
37 »No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
38 Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir».
39 Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?
40 El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado, será como su maestro.
41»¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo”, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

Por sus frutos los conoceréis
(Mateo 7.15–20)
43 »No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto,
44 pues todo árbol se conoce por su fruto, ya que no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Los dos cimientos
(Mateo 7.24–27)
46 »¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que yo digo?
47 Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las obedece, os indicaré a quién es semejante.
48 Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover porque estaba fundada sobre la roca.
49 Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina de aquella casa».

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9. ENSEÑANZAS VARIAS

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
9. ENSEÑANZAS VARIAS
(Lucas 15.1–32.)
La parábola de la oveja perdida
(Mateo 18.10–14)
15
1 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo:
—Este recibe a los pecadores y come con ellos.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4 «¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso,
6 y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido”.
7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
Parábola de la moneda perdida
8 »¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla?
9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”.
10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente».
Parábola del hijo pródigo
11 También dijo: «Un hombre tenía dos hijos,
12 y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”. Y les repartió los bienes.
13 No muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó él a pasar necesidad.
15 Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos.
16 Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17 Volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros ”.
20 Entonces se levantó y fue a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó.
21 El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”.
22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su dedo y calzado en sus pies.
23 Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta,
24 porque este mi hijo muerto era y ha revivido; se había perdido y es hallado”. Y comenzaron a regocijarse.
25 »El hijo mayor estaba en el campo. Al regresar, cerca ya de la casa, oyó la música y las danzas;
26 y llamando a uno de los criados le preguntó qué era aquello.
27 El criado le dijo: “Tu hermano ha regresado y tu padre ha hecho matar el becerro gordo por haberlo recibido bueno y sano”.
28 Entonces se enojó y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrara.
29 Pero él, respondiendo, dijo al padre: “Tantos años hace que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
30 Pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo”.
31 Él entonces le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas.
32 Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha revivido; se había perdido y ha sido hallado”».

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10. ENSEÑANZAS VARIAS

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10. ENSEÑANZAS VARIAS
(Lucas 17.20–37.)

La venida del Reino

(Mateo 24.23–28, 36–41)
20 Preguntado por los fariseos cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo:
—El reino de Dios no vendrá con advertencia,
21 ni dirán: “Helo aquí”, o “Helo allí”, porque el reino de Dios está entre vosotros.
22 Y dijo a sus discípulos:
—Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre y no lo veréis.
23 Y os dirán: “Helo aquí” o “Helo allí”. No vayáis ni los sigáis,
24 porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del hombre en su día.
25 Pero primero es necesario que padezca mucho y sea desechado por esta generación.
26 Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre.
27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca y vino el diluvio y los destruyó a todos.
28 Asimismo, como sucedió en los días de Lot, cuando comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos.
30 Así será el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
31 »En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que esté en el campo, asimismo no vuelva atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará.
34 »Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama: el uno será tomado y el otro será dejado.
35 Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada y la otra dejada.
36 Dos estarán en el campo: el uno será tomado y el otro dejado.
37 Respondiendo, le dijeron:
—¿Dónde, Señor?
Él les dijo:
—Donde esté el cuerpo, allí se juntarán también las águilas.

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11. EL PAN DE VIDA

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
11. EL PAN DE VIDA
(Juan 6:25–59.)
Jesús, el pan de vida
25 Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron:
—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Respondió Jesús y les dijo:
—De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre, porque a este señaló Dios, el Padre.
28 Entonces le preguntaron:
—¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo:
—Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado.
30 Entonces le dijeron:
—¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo”.
32 Y Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto os digo: Moisés no os dio el pan del cielo, pero mi Padre os da el verdadero pan del cielo,
33 porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron:
—Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les respondió:
—Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.
36 Pero ya os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera.
38 He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final.
40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.
41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo»,
42 y decían:
—Este, ¿no es Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo dice ahora: “Del cielo he descendido”?
43 Jesús respondió y les dijo:
—No murmuréis entre vosotros.
44 Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final.
45 Escrito está en los Profetas: “Y todos serán enseñados por Dios”. Así que, todo aquel que oye al Padre y aprende de él, viene a mí.
46 No que alguien haya visto al Padre; solo aquel que viene de Dios, ese ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y aun así murieron.
50 Este es el pan que desciende del cielo para que no muera quien coma de él.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52 Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo:
—¿Cómo puede este darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final,
55 porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
57 Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.
59 Estas cosas dijo en Capernaúm, enseñando en una sinagoga.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
Un abrazo
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12. EL AGUA VIVA

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
12. EL AGUA VIVA
(Juan 7.10–52)
Jesús en la fiesta de los Tabernáculos
10 Pero después que sus hermanos subieron, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.
11 Y lo buscaban los judíos en la fiesta, y decían:
—¿Dónde estará aquel?
12 Y había mucha murmuración acerca de él entre la multitud, pues unos decían: «Es bueno»; pero otros decían: «No, sino que engaña al pueblo».
13 Sin embargo, ninguno hablaba abiertamente de él por miedo a los judíos.
14 Pero a la mitad de la fiesta subió Jesús al Templo, y enseñaba.
15 Y se admiraban los judíos, diciendo:
—¿Cómo sabe este letras sin haber estudiado?
16 Jesús les respondió y dijo:
—Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.
18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero y no hay en él injusticia.
19 ¿No os dio Moisés la Ley? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué intentáis matarme?
20 Respondió la multitud y dijo:
—Demonio tienes, ¿quién intenta matarte?
21 Jesús respondió y les dijo:
—Una obra hice y todos os admiráis.
22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión—no porque sea de Moisés, sino de los padres— y en sábado circuncidáis al hombre.
23 Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para que la Ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané completamente a un hombre?
24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
¿Es este el Cristo?
25 Decían entonces unos de Jerusalén:
—¿No es a este a quien buscan para matarlo?
26 Pues mirad, habla públicamente y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad las autoridades que este es el Cristo?
27 Pero este, sabemos de dónde es; sin embargo, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.
28 Jesús entonces, enseñando en el Templo, alzó la voz y dijo:
—A mí me conocéis y sabéis de dónde soy; no he venido de mí mismo, pero el que me envió, a quien vosotros no conocéis, es verdadero.
29 Pero yo lo conozco, porque de él procedo, y él me envió.
30 Entonces intentaban prenderlo; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
31 Y muchos de la multitud creyeron en él y decían:
—El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que este hace?
Los fariseos envían guardias para detener a Jesús
32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para que lo prendieran.
33 Y Jesús dijo:
—Todavía estaré con vosotros algún tiempo, y luego iré al que me envió.
34 Me buscaréis, pero no me hallaréis, y a donde yo estaré, vosotros no podréis ir.
35 Entonces los judíos dijeron entre sí:
—¿Adónde se irá este, que no lo hallaremos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos y enseñará a los griegos?
36 ¿Qué significa esto que dijo: “Me buscaréis, pero no me hallaréis, y a donde yo estaré, vosotros no podréis ir”?
Ríos de agua viva
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo:
—Si alguien tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
División entre la gente
40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: «Verdaderamente este es el Profeta».
41 Otros decían: «Este es el Cristo». Pero algunos decían: «¿De Galilea ha de venir el Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que de la descendencia de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?».
43 Hubo entonces división entre la gente a causa de él.
44 Y algunos de ellos querían prenderlo, pero ninguno le echó mano.
¡Nunca nadie ha hablado así!
45 Los guardias vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos. Entonces estos les preguntaron:
—¿Por qué no lo habéis traído?
46 Los guardias respondieron:
—¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
47 Entonces los fariseos les preguntaron:
—¿También vosotros habéis sido engañados?
48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?
49 Pero esta gente que no sabe la Ley, maldita es.
50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos:
51 —¿Juzga acaso nuestra Ley a un hombre si primero no lo oye y sabe lo que ha hecho?
52 Respondieron y le dijeron:
—¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado un profeta.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
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13. SERMÓN EN LA FIESTA DE LAS ENRAMADAS

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS

13. SERMÓN EN LA FIESTA DE LAS ENRAMADAS
(Juan 8.12–59)
Jesús, la luz del mundo
12 Otra vez Jesús les habló, diciendo:
—Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 Entonces los fariseos le dijeron:
—Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es válido.
14 Respondió Jesús y les dijo:
—Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy.
15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.
16 Y si yo juzgo, mi juicio es según la verdad, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió.
17 Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos hombres es válido.
18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo. También el Padre que me envió da testimonio de mí.
19 Ellos le dijeron:
—¿Dónde está tu padre?
Respondió Jesús:
—Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocierais, también a mi Padre conoceríais.
20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el Templo; y nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora.
A donde yo voy, vosotros no podéis ir
21 Otra vez les dijo Jesús:
—Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis ir.
22 Decían entonces los judíos:
—¿Acaso pensará matarse, que dice: “A donde yo voy, vosotros no podéis ir”?
23 Y les dijo:
—Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados, si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
25 Entonces le dijeron:
—Tú, ¿quién eres?
Entonces Jesús les dijo:
—Lo que desde el principio os he dicho.
26Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero, y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.
27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.
28 Les dijo, pues, Jesús:
—Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que yo soy y que nada hago por mí mismo, sino que, según me enseñó el Padre, así hablo,
29 porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.
30 Al hablar él estas cosas, muchos creyeron en él.
La verdad os hará libres
31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él:
—Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
33 Le respondieron:
—Descendientes de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?
34 Jesús les respondió:
—De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado.
35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
36 Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres.
37 Sé que sois descendientes de Abraham; sin embargo intentáis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.
38 Yo hablo lo que he visto estando junto al Padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído junto a vuestro padre.
Sois de vuestro padre el diablo
39 Respondieron y le dijeron:
—Nuestro padre es Abraham.
Jesús les dijo:
—Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
40 Pero ahora intentáis matarme a mí, que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios. No hizo esto Abraham.
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Entonces le dijeron:
—¡Nosotros no hemos nacido de fornicación! ¡Un padre tenemos: Dios!
42 Jesús entonces les dijo:
—Si vuestro padre fuera Dios, entonces me amaríais, porque yo de Dios he salido y he venido, pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira.
45 Pero a mí, que digo la verdad, no me creéis.
46 ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.
La preexistencia de Cristo
48 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron:
—¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano y que tienes demonio?
49 Respondió Jesús:
—Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.
50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga.
51 De cierto, de cierto os digo que el que guarda mi palabra nunca verá muerte.
52 Entonces los judíos le dijeron:
—Ahora nos convencemos de que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: “El que guarda mi palabra nunca sufrirá muerte”.
53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡También los profetas murieron! ¿Quién crees que eres?
54 Respondió Jesús:
—Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios.
55 Vosotros no lo conocéis. Yo sí lo conozco y, si digo que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros; pero lo conozco y guardo su palabra.
56 Abraham, vuestro padre, se gozó de que había de ver mi día; y lo vio y se gozó.
57 Entonces le dijeron los judíos:
—Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
58 Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuera, yo soy.
59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del Templo y, atravesando por en medio de ellos, se fue.

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14. EL BUEN PASTOR

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
14. EL BUEN PASTOR
(Juan 10.1–21)

Parábola del Redil
10
1» De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador.
2 Pero el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
3 A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca.
4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.
5 Pero al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
6 Esta alegoría les dijo Jesús, pero ellos no entendieron qué era lo que les quería decir.
Jesús, el Buen Pastor
7 Volvió, pues, Jesús a decirles:
—De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores, pero no los oyeron las ovejas.
9 Yo soy la puerta: el que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y hallará pastos. 10El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
11 »Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
12 Pero el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
13 Así que el asalariado huye porque es asalariado y no le importan las ovejas.
14 »Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
15 así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
16 Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a esas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor.
17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar.
18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
19 Volvió a haber división entre los judíos por estas palabras.
20 Muchos de ellos decían:
—Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué lo oís?
21 Decían otros:
—Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?

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15. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
15. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA
(Juan 13:1–20, Juan 31–35; Juan 14.1–16.)

Jesús lava los pies de sus discípulos
13
1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasara de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2 Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote hijo de Simón que lo entregara,
3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba,
4 se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego puso agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:
—Señor, ¿tú me lavarás los pies?
7 Respondió Jesús y le dijo:
—Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después.
8 Pedro le dijo:
—No me lavarás los pies jamás.
Jesús le respondió:
—Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.
9 Le dijo Simón Pedro:
—Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
10 Jesús le dijo:
—El que está lavado no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
11 Él sabía quién lo iba a entregar; por eso dijo: «No estáis limpios todos».
12 Así que, después que les lavó los pies, tomó su manto, volvió a la mesa y les dijo:
—¿Sabéis lo que os he hecho?
13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros,
15 porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió.
17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.
18 »No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido. Pero debe cumplirse la Escritura: “El que come pan conmigo alzó el pie contra mí”.
19 Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
20 De cierto, de cierto os digo: El que reciba al que yo envíe, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
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16. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
16. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA
(Juan 13:31–35.)

El Nuevo Mandamiento
31 Entonces, cuando salió, dijo Jesús:
—Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.
32 Si Dios es glorificado en él, Dios también lo glorificará en sí mismo, y en seguida lo glorificará.
33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis, pero, como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir.
34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
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16. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
16. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA
(Juan 13:31–35.)

El Nuevo Mandamiento
31 Entonces, cuando salió, dijo Jesús:
—Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.
32 Si Dios es glorificado en él, Dios también lo glorificará en sí mismo, y en seguida lo glorificará.
33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis, pero, como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir.
34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.

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17. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA

SERMONES FAMOSOS DE JESÚS
17. DESPUÉS DE LA ÚLTIMA CENA
(Juan 14.1–16.)

Jesús, el camino al Padre
14
1 »No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis.
4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
5 Le dijo Tomás:
—Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
6 Jesús le dijo:
—Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
7 Si me conocierais, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.
8 Felipe le dijo:
—Señor, muéstranos el Padre y nos basta.
9 Jesús le dijo:
—¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: “Muéstranos el Padre”?
10 ¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras.
11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
12 »De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
13 Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré.
La promesa del Espíritu Santo
15 »Si me amáis, guardad mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros.
18 »No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.
22 Le dijo Judas (no el Iscariote):
—Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros y no al mundo?
23 Respondió Jesús y le dijo:
—El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él.
24 El que no me ama no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
25 »Os he dicho estas cosas estando con vosotros.
26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 »La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.
28 Habéis oído que yo os he dicho: “Voy, y vuelvo a vosotros”. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo.
29 Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que, cuando suceda, creáis.
30 No hablaré ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí.
31 Pero para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago.
»¡Levantaos, vámonos de aquí!

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