NO RESISTÁIS AL MAL
Si, pues, tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo, y arrójalo de tí, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala de ti, porque mejor te es que uno de tus miembros perezca, que no que todo el cuerpo sea arrojado a la gehenna.
(Mateo, V 27-31)
La integridad del alma es la única cosa que importa. No hay otro problema que resolver ni otra necesidad que satisfacer sino ésa, porque teniéndola, se tiene todo. Y es por eso que Jesús se esfuerza constantemente en hacemos comprender la abrumadora importancia de esta verdad profunda, y en enseñarnos cómo podemos realizarla. Él insiste en que ningún sacrificio es demasiado grande si asegura la integridad del alma. Absolutamente toda cosa que la impide debe abandonarse. Cueste lo que cueste, implique lo que implique, hay que preservar la integridad del alma, porque todas las demás cosas —los pensamientos, la conducta, la salud, la prosperidad, la vida misma— dependen de ella. Mejor es sacrificar el mismo ojo derecho, dice El, o amputar la mano derecha si fuera necesario, para que el alma pueda conseguir la claridad de comprensión, sin la cual no hay salvación alguna.
Todo lo que se oponga a nuestra comunión con Dios debe desaparecer —un pecado, un viejo rencor todavía sin perdón, la codicia de cosas materiales, cualquier cosa que sea, es necesario deshacerse de ella—. Tales cosas, sin embargo, son tan evidentes, que el transgresor no puede menos que descubrirlas. Pero hay otras, en cambio, más sutiles, como el egocentrismo, el sentimos rectos según nuestra propia estimación, el orgullo espiritual, y demás, que son muy difíciles de percibir y exorcizar; pero hay que hacerlo. Algunas veces ocurre que el ejercicio de cierta profesión, o la compañía de ciertas personas, o el ser miembro de cierto grupo es lo que nos impide el camino. En ese caso tampoco debemos vacilar: hay que pagar el precio.
El Sermón Del Monte - La Llave para Triunfar en la Vida.
Por: Emmet Fox
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Recopilado por:
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JESUCRISTO es, sin duda, la figura más importante que jamás haya aparecido en la historia de la humanidad. Esto hemos de admitirlo; no importa cómo le consideremos. Ello es verdad así le llamemos Dios u hombre; y, si le consideramos hombre, ya le tengamos por el más grande Profeta y Maestro del mundo, o meramente como un bienintencionado fanático que, después de una efímera y tempestuosa vida pública, sufrió el dolor, la ruina y el fracaso.
EL SERMON DEL MONTE
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