Y NO NOS PONGAS EN LA TENTACIÓN, MAS LÍBRANOS DEL MAL...
Esta cláusula ha causado probablemente más controversias que ninguna otra parte de esta oración. Para muchas personas sinceras ha sido un verdadero tropiezo. Creen ellos, y con razón, que Dios no podría conducir a nadie hacia tentación o mal de ninguna clase, por lo cual el sentido de tales palabras no suena sincero.
Por este motivo ha habido muchos intentos de modificar el contenido de esa frase, pensando que Jesús no ha podido decir lo que tales palabras suponen que dijo, y así se ha buscado cierta fraseología que viniera más en concordancia con el tono general de Su enseñanza. Heroicos esfuerzos se han hecho para variar el texto griego original; pero ha sido tiempo perdido. La cláusula tal como está, expresa a la perfección el contenido íntimo del mensaje. No olvidemos que el Padre Nuestro abarca todos los aspectos de la vida espiritual. Bajo su forma condensada constituye un manual completo para el desarrollo del alma, y Jesús conocía bastante bien los peligros sutiles y las dificultades sin número que el alma encuentra en cuanto comienza a avanzar en el camino de la perfección. Como los que se hallan todavía en una etapa preliminar de ese desarrollo no encuentran tales dificultades, concluyen que esta cláusula es innecesaria; pero se equivocan.
Cuanto más meditamos, cuanto más tiempo dedicamos a la oración, tanto más se aumenta nuestra sensibilidad. Y si consumimos un gran tiempo indagando acerca de las cuestiones que atañen a nuestra alma, nos tomaremos extraordinariamente sensitivos. Ello es excelente sin duda; pero como todo en este mundo, tiene sus peligros. Cuanto más lejos se llega en el camino de la vida espiritual, tanto más poder se gana en la oración; pero al mismo tiempo se hace uno más vulnerable a nuevas tentaciones que son desconocidas a los novicios. Se nota, además, que por faltas ordinarias, insignificantes a los ojos de la mayoría, uno es castigado severamente; pero esto es bueno, porque nos obliga a mantenemos en la línea recta, y en perenne vigilancia. Las transgresiones aparentemente menores, "los zorros pequeños que echan a perder nuestras viñas", malograrán todo nuestro poder espiritual si no las atendemos prontamente.
Nadie que haya alcanzado este nivel espiritual será tentado a meter la mano en la bolsa ajena, ni a robar una casa, pero ello no implica que no tenga tentaciones, y las que se presenten serán cada vez más sutiles, y por lo tanto más difíciles de vencer.
A medida que avanzamos en el terreno espiritual, nuevas y poderosas tentaciones nos esperan en el camino, siempre listas a derrotamos si no estamos vigilantes —la tentación de luchar por la propia gloria en ensalzamiento en vez de por Dios; tentación de buscar honores y distinciones, y aun ventajas, materiales; tentación de permitir que las preferencias personales influyan en nuestros juicios cuando es un deber sagrado tratar a todos los hombres con perfecta imparcialidad—. Y más allá, y por encima de todos los pecados, está el pecado mortal del orgullo espiritual, "la suprema flaqueza de un corazón noble", que se embosca en este camino. Muchas almas elevadas que han pasado victoriosamente todas las otras pruebas, han caído en una condición de superioridad moral y propia justificación que ha venido a ser como una cortina de acero entre ellos y Dios. El mucho saber comporta mucha responsabilidad; y violar esa responsabilidad acarrea castigos terribles. Noblesse oblige es una verdad primordial en las cosas espirituales. El conocimiento que uno tiene de la verdad, por pequeño que sea, es un sagrado depósito que nunca debe ser profanado. Así como es cierto que no debemos "arrojar nuestras perlas a los cerdos", ni imponer por fuerza la verdad allí donde no quieren recibirla, no es menos cierto que debemos sabiamente diseminar el conocimiento de Dios entre la humanidad, a fin de que "ninguno de estos pequeñitos tenga hambre" a causa de nuestro egoísmo o indiferencia. "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas".
Los viejos escritores místicos estaban tan conscientes de estos peligros que, con su don de alegoría, han representado al alma en el camino ascendente como un viajero detenido en cada vuelta y sometido a diversas pruebas antes de poder seguir. Si lograba pasar las pruebas satisfactoriamente, podía continuar adelante con la bendición de quien lo había desafiado. Pero si, desafortunadamente, fallaba, se le negaba el paso.
Ocurre que algunas almas con escasa experiencia, ansiosas por un rápido progreso, desean imprudentemente someterse a toda clase de pruebas, y aun se ponen a buscar dificultades que vencer, como si sus propios caracteres no les presentasen ya amplia ocasión para ejercitarse. Olvidan la sabia réplica de nuestro Señor en el desierto: "No tentarás al Señor tu Dios", como está escrito, y los resultados de obrar en contra son siempre desastrosos. Es por eso que Jesús ha insertado esta cláusula, en la cual pedimos que se nos libre de todo aquello que sea demasiado para nosotros de acuerdo con nuestro nivel espiritual. Pero si somos sensatos orando diariamente por sabiduría, inteligencia, pureza, y la guía del Espíritu Santo, jamás nos veremos en presencia de ninguna dificultad contra la cual no sean suficientes nuestros propios recursos para vencerla. "Ninguna plaga tocará tu morada." "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo."
El Sermón Del Monte - La Llave para Triunfar en la Vida.
Por: Emmet Fox
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Recopilado por:
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JESUCRISTO es, sin duda, la figura más importante que jamás haya aparecido en la historia de la humanidad. Esto hemos de admitirlo; no importa cómo le consideremos. Ello es verdad así le llamemos Dios u hombre; y, si le consideramos hombre, ya le tengamos por el más grande Profeta y Maestro del mundo, o meramente como un bienintencionado fanático que, después de una efímera y tempestuosa vida pública, sufrió el dolor, la ruina y el fracaso.
EL SERMON DEL MONTE
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