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COMO PROTEGER TU CASA CON JESUCRISTO

jueves, 19 de febrero de 2009

TUYO ES EL REINO Y EL PODER Y LA GLORIA, POR TODOS LOS SIGLOS.

TUYO ES EL REINO Y EL PODER Y LA GLORIA, POR TODOS LOS SIGLOS.

He aquí una estupenda cláusula sentenciosa en la que se resume la verdad esencial de la Omnipresencia y la Totalidad de Dios. Significa en verdad que Dios es el Todo en Todo; el hacedor, la acción y el hecho, y podríamos decir también que el especta­dor. El reino en este caso significa toda la creación, en todos los planos, porque eso es la Presencia de Dios —Dios como manifestación o expresión.
El poder es evidentemente el poder de Dios. Sabemos que Dios es el único poder; por eso cuando obramos u oramos, es realmente Dios quien se expresa por medio de nosotros. Así como el pianista expresa su música usando los dedos de su mano, aquellos que obedecen a Dios vienen a ser como Sus dedos con los que El obra. Suyo es el poder. Si cuan­do oramos mantenemos la idea de que es realmente Dios quien actúa por medio de nosotros, nuestras oraciones ganarán inmensamente en eficiencia. Diga­mos, "Es Dios quien me inspira". Antes de empren­der una obra cualquiera pensemos sinceramente, "La Divina Inteligencia está actuando ahora a través de mí", y nos sorprenderemos de ver con qué extraordi­nario éxito llevamos a cabo las tareas más difíciles.
El cambio maravilloso que se opera en nosotros a medida que realizamos lo que la Presencia de Dios realmente significa, trasforma cada fase de nuestra vida, volviendo la tristeza en gozo, la vejez en juven­tud, las sombras en luz. Tal es la gloria —y la gloria que nosotros recibimos es, por supuesto, la de Dios también— y la felicidad que esa experiencia nos trae es, de nuevo. Dios mismo, quien está consciente de esa felicidad a través de nosotros.

En años recientes, el Padre Nuestro se ha reescrito a menudo en la forma afirmativa. Así, por ejemplo, la cláusula "Venga Tu reino, hágase tu voluntad", viene a ser "Tu reino ha venido, tu voluntad se está cumpliendo". Todas estas paráfra­sis son interesantes y sugestivas, pero su importancia no es vital. La forma afirmativa sería la más conveniente con el pro­pósito de curar, pero no es más que eso, una forma de oración. Jesús usaba la forma invocatoria muy a menudo, aunque no siempre, y su uso frecuente es indispensable para el desarrollo del alma. No se debe confundir con la forma suplicatoria, en la cual se demanda gimiendo como un esclavo que suplica a su dueño. Esa actitud es siempre falsa. La forma más elevada de oración es la contemplación, en la cual el pensamiento y el pensador se vuelven uno. Ésta es la Unidad de los místicos, la cual es rara vez experimentada en los primeros estados del desarrollo espiritual.
Rece usted de la manera que encuentre más fácil, porque la manera más fácil es el mejor camino.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré.
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temer? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿ante quién temblar?
Aunque acampe contra mí un ejército, no temerá mi corazón. Aunque se alzare en guerra contra mí, aun entonces estaré tranquilo.
Porque si atraviesas las aguas, yo seré contigo, si por los ríos, no te anegarás. Si pasas por el fuego, no te quemarás; las llamas no te consumirán.
Y mientras buscó al Señor, Dios le protegió.

El Sermón Del Monte - La Llave para Triunfar en la Vida.
Por: Emmet Fox
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Recopilado por:
alimentoparalamente@gmail.com

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