QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...
Después de probar claramente que Dios es el Padre de los hombres, y que todos los hombres son hermanos, Jesús sigue explicando la naturaleza de Dios y describiendo los hechos fundamentales de la existencia. Habiendo demostrado que Dios y el hombre son Padre e hijo. Él expone sus funciones respectivas en el sistema del universo. Explica que es propio de la naturaleza de Dios estar en los cielos, y del hombre estar en la Tierra, porque Dios es Causa y el hombre es manifestación. La expresión de una causa no puede ser la causa misma, y contra tal confusión debemos mantenemos en guardia. Aquí la palabra "cielos" —de acuerdo con la fraseología religiosa— significa Presencia de Dios. En términos metafísicos Dios es lo Absoluto, porque su reino es el reino del Ser Puro e Incondicionado, de las ideas arquetipos. La palabra "Tierra" quiere decir manifestación, y es la función del hombre manifestar o expresar a Dios. En otras palabras. Dios es lo Infinito y la Causa Perfecta de todas las cosas; pero la Causa ha de ser expresada, y Dios se expresa a si mismo por medio del hombre. El destino del hombre es expresar a Dios por toda suerte de medios gloriosos y maravillosos. Vemos parte de esta expresión en lo que le rodea; primero su cuerpo, que es sólo la parte más íntima de su encamación; luego su casa, su trabajo, su recreación, en suma, su expresión completa. Expresar quiere decir hacer salir, sacar a la luz lo que ya existe implícitamente. Cada detalle o incidente de nuestra vida es la manifestación o expresión de algo que ya existe en el alma.
Algunos de estos puntos pueden parecer un poco abstractos al principio; pero como los conceptos falsos acerca de la relación entre Dios y el hombre son precisamente la causa de todas nuestras dificultades, vale la pena que nos tomemos la molestia de aprender bien la índole de tal relación. Vivir en la manifestación sin preocupamos por la Causa, es ateísmo o materialismo, que sabemos adónde conducen. Y tratar de tener la Causa sin la manifestación hace al hombre suponerse un dios personal, y esto frecuentemente termina en megalomanía o en la parálisis de la expresión. Lo que importa saber es que Dios está en los cielos y el hombre en la Tierra, y que cada uno tiene su propio papel en el orden universal. Aunque son Uno, no son idénticos. Jesús establece cuidadosamente esta distinción cuando dice: "Padre Nuestro que estás en los cielos".
En la Biblia, como en otras partes, el "nombre" de una cosa significa al mismo tiempo su naturaleza esencial y su carácter; por eso, cuando se nos dice lo que es el nombre de Dios, se nos dice lo que es Su naturaleza, y Su nombre o naturaleza, dice Jesús, es "Santificado". Pero, ¿qué significa la palabra "santificado"? Si seguimos su origen etimológico vemos que pertenece al mismo grupo que "santo", "sano", "salud", "saludable". De manera que la naturaleza de Dios se nos revela, no solamente digna de nuestra veneración, sino completa y perfecta —enteramente buena—. De aquí se derivan notables consecuencias. Estamos de acuerdo en que un efecto es siempre de la misma naturaleza que la causa que lo produce, por lo tanto, como quiera que Dios es santificado, todo lo que de Él proceda no podrá ser menos que santificado también. Así como el rosal no puede producir lirios, no puede venir de Dios más que el bien perfecto. O como nos dice la Biblia, "Una misma fuente no puede hacer brotar aguas dulces y saladas". De todo esto se desprende que Dios no puede, como la gente piensa a veces, enviar la enfermedad, o la adversidad, o los accidentes, ni mucho menos la muerte, porque esas cosas se contradicen con Su naturaleza. "Santificado sea tu nombre" significa, "Tu naturaleza es esencialmente buena y sólo Tú eres autor del bien perfecto". "Muy limpio eres tú de ojos para contemplar el mal y no puedes soportar [la vista] de la miseria." (hab. 1, 13).
Si pensamos que nuestras dificultades han sido enviadas por Dios, no importa cuán buena nos parezca la razón, estamos dando poder a tales dificultades, y esto hará muy difícil que nos libremos de ellas.
El Sermón Del Monte - La Llave para Triunfar en la Vida.
Por: Emmet Fox
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Recopilado por:
alimentoparalamente@gmail.com
JESUCRISTO es, sin duda, la figura más importante que jamás haya aparecido en la historia de la humanidad. Esto hemos de admitirlo; no importa cómo le consideremos. Ello es verdad así le llamemos Dios u hombre; y, si le consideramos hombre, ya le tengamos por el más grande Profeta y Maestro del mundo, o meramente como un bienintencionado fanático que, después de una efímera y tempestuosa vida pública, sufrió el dolor, la ruina y el fracaso.
EL SERMON DEL MONTE
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